Cada semana, la BBC pide a algún pensador global -sea filósofo, científico, etc- que exponga una idea radical o controvertida que contribuya a cambiar el mundo. No importa si puede ser probable o no.
Una de esas ideas, ciertamente provocativa, ha sido formulada por el antropólogo Rose Boswell. El objetivo: preservar la diversidad cultural. El método: todo el mundo entre 21 y 41 años tendría que realizar un viaje a un país extranjero, elegido al azar por un ordenador.
Una vez en el destino, el viajero -en función de su perfil- tendría que enseñar a alguien un ritual local, una cura tradicional o bien compartir su conocimiento o sabiduría con las gentes que visita.
A la hora de formular esta propuesta, el citado antropólogo sudafricano ponía como ejemplo unas tribus de su país, donde existen unos sanadores con grandes conocimientos acumulados durante generaciones. Una herencia cultural de miles de años que corre el riesgo de desaparecer.
La idea es fascinante y, aunque nos parezca imposible de llevar a cabo a nivel global, ¿podría extrapolarse a pequeña escala?. O quizá podría inspirarnos otro tipo de experiencia o viajes diferentes a los convencionales.