THE GUARDIAN.- La muerte de un oso polar por los disparos efectuados por guías turísticos de un crucero ha generado una gran polémica en internet.

Luego viene un segundo shock: la constatación de que cada vez más cruceros navegan por frágiles entornos.

Dieciocho barcos debían atracar la semana pasada en el pequeño puerto de Longyearbyen, la ciudad principal de Svalbard, el archipiélago donde el oso fue abatido.

Estos cruceros, con capacidad para 200 pasajeros, son una «expedición», según las navieras, pero se trata de un viaje producido en masa.

Y en 2016, para horror de los defensores del medio ambiente, el Crystal Serenity, con 1.000 pasajeros, fue el primer crucero en navegar por el pasaje del Noroeste.

Pero resulta contradictorio lanzar estas ciudades flotantes, con la contaminación y disrupción que crean, a sitios cuya belleza es su solitud prístina.

Artículo completo: Will giant cruise ships destroy the wonders their passengers claim to love?
Fuente: The Guardian